Antes de extraviarse y desaparecer, Alina Reyes eligió diseminar sus textos en periódicos y revistas de las ciudades que la vieron pasar, a modo de señales imprecisas. La mayor parte de estos relatos, crónicas, anotaciones del diario de viaje o diario de vida, vieron la luz por primera vez en la también desaparecida revista La Calabaza del Diablo (Santiago), y en El Ángel Exterminador (Milenio Diario, México).
Tal como su autora, los escritos continuaron un periplo que los llevó a ser publicados en revista Casa Tomada (Nueva York). Para sorpresa de un puñado de seguidores, las pistas continúan apareciendo. Sin embargo, el paradero de A. Reyes es un misterio.